La mujer rota (The woman destroyed, 1968) fue escrito por Simone de Beauvoir (1908-1986). Además, filósofa, profesora y muchas otras facetas. Figura imprescindible dentro del movimiento feminista. En la colección de libros que escribió, encontramos éste que consta de tres historias que toman como protagonistas principales a tres mujeres (¡Sí, no podía ser de otra manera!). Las vidas de estas tres mujeres destacan por la angustia que las llena, la sensación de no haberlas vivido plenamente y un gran arrepentimiento por ello.

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En el primer relato La mujer rota», nos narra la historia de una mujer que descubre la infidelidad de su marido tras toda una vida dedicada al cuidado de él y al de sus hijas. Una vida que nos la presenta vacía de proyectos personales, de inquietudes y de sorpresas. Una vida centrada en el amar, el cuidar a su marido y que de repente, se derrumba: una dependencia insana. Seguimos con La Edad de la Discreción que gira en torno a otra mujer: en este caso, profesora. Se decepciona profundamente al descubrir que su hijo ha dejado sus estudios universitarios y lamentablemente, él no es la persona que a ella le hubiera gustado que fuera. La protagonista se siente fracasada como madre y al mismo tiempo, como mujer. Ese día descubre que ya no tiene nada más por hacer, se pierde el sentido de todo. Finalmente, enMonólogo su protagonista nos regala un relato analítico sobre ella misma y su vida, pero que llega tarde. Una mujer llena de remordimientos a distintos niveles. Su hija acaba de fallecer y ya nada le parece que valga la pena: su vida era ser madre, ser madre era su vida. No había nada más.

Historias que nos sirven como punto de partida para preguntarnos cuáles son los proyectos vitales que guían a las mujeres de hoy en día. Nos lleva a plantear si, después de tantos años, la sociedad ha cambiado y se ha alejado de la visión sobre la mujer que Simone de Beauvoir percibió en sus días. O tal vez, no tanto. Los objetivos de vida de las tres protagonistas reflejan intentos desesperados de dar amor (ya sea como esposa o madre) y dejan de lado al amor más preciado: el amor propio. Parece que este último lo fueron perdiendo en el transcurso de los años. Han basado su propia felicidad, o bienestar emocional, en otras personas. No en ellas mismas. De algún modo, olvidaron lo trascendentes que eran sus propias vidas y en consecuencia, lo importantes que ellas por sí mismas ya eran.

Los tres relatos están escritos con una gran sensibilidad. Entre las líneas de sus vidas, nos faltan ilusiones y sueños individuales: coherencia entre lo que ellas son y lo que hacen de sus días. Una ausencia de sintonía con su propia esencia.

“Ser mujer no era eso que querían contarme”.